Todos los padres sabéis que el colchón de cuna debe transpirar, para reducir el riesgo de asfixia y controlar la temperatura. Sin embargo, también es importante que sea higiénico para atender a la salud del bebé. Parece difícil tener que elegir entre seguridad e higiene, y éste es precisamente el problema que surge con las fundas impermeables. Si las usas, el colchón no transpira, y si no, el colchón se ensucia.
El problema es que un colchón que deja pasar el aire también suele dejar pasar los líquidos, absorbe humedad y se ensucia, siendo nido de bacterias, virus y demás alergenos. Además, la mayoría de los núcleos de los colchones de cuna ni transpiran ni se pueden lavar, es decir, son irreversibles. Aquí viene realmente el dilema. Para evitar que el colchón de cuna se ensucie se suele colocar el protector impermeable, pero debes saber que así se anula completamente la circulación del aire, y eso supone un riesgo tanto para la respiración de tu futuro hijo como para regular su temperatura. Con las fundas impermeables ganar en higiene significa perder en transpirabilidad.
¿Cómo puede ser que proteger el colchón suponga comprometer la seguridad del bebé? ¿Tan difícil es encontrar un colchón de cuna adecuado que cumpla con todas las exigencias? La verdad es que nos parece un tema serio, pero con los colchones de cuna actuales no existen muchas más opciones que poner una funda impermeable (no transpirable).
Además todas las fundas impermeables se hacen a base de plásticos, nada recomendables debido a los COV (compuestos orgánicos volátiles). Por eso hemos dando rienda a la imaginación y diseñamos en nuestra mente un material capaz de combinar transpiración e impermeabilidad. Para nosotros sería genial, porque de este modo no tendríamos que elegir entre seguridad e higiene.
Pero claro, puestos a imaginar… ¿cómo sería para ti el colchón de bebé perfecto?
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